sábado, 15 de octubre de 2011

Todo el año es carnaval

Las comparsas de los cinco clubes trabajan a tambor batiente contando las horas para inaugurar el evento más convocante de su calendario de verano. Cada club invierte 2,2 millones de pesos.

Por Mariana Jaroslavsky


Multitud. El trabajo, que comienza solitario en abril, termina siendo multitudinario entre octubre y diciembre, cuando cada taller convoca a 130 personas.


El carnaval de Gualeguaychú nació de la herencia europea y adoptó el estilo rioplatense. Desde principios de siglo XX, la música y el baile entretenían las calles gualeguaychenses unos días antes de que el miércoles de cenizas impusiera el manto de austeridad de la Cuaresma cristiana. Pero esta ciudad entrerriana con mucha cultura de clubes encontró en estos festejos la posibilidad de generar ingresos para que las asociaciones mejoraran sus instalaciones y propuestas para los afiliados a través de una actividad sociocultural integradora.

Así fue como, entre fines de la década del ’70 y principios del ’80 en el Club Juventud Unida empezó a ensayar la comparsa Papelitos; en el Tiro Federal, la Ará Yeví; en el Club Central Entrerriano, la Marí Marí; en el Club Pescadores, la O’Bahía y en el Centro Social y Cultural Sirio Libanés, la Kamarr. En 1997 se abandonaron las avenidas Rocamora y Primera Junta para la inauguración del Corsódromo (de mil metros de tribunas y 8 mil sillas) que profesionalizó aun más al espectáculo que ya tiene el título de “El carnaval del país”.

“Vivo del carnaval, es una fiesta de alegría y me da mucho orgullo formar parte de una comparsa ganadora. Es una forma de vida”, asegura Margarita Central López, como le dicen por ser parte de la identidad del club que alberga a Marí Marí, la ganadora de la edición 2011. Madre de jugadores de básket, primero entró al club como voluntaria y hoy en día trabaja como cortadora y armadora de trajes, además de mantenerlos y de separar lo que se puede rescatar para la siguiente temporada.

“El carnaval es el corazón de la institución, laten al ritmo del tambor socios, integrantes, una escuela de gestión privada de nivel inicial y primaria, el vóley que llegó a la Liga Nacional, el canotaje y aficionados en general que traspasan los límites de la ciudad”, asegura con pasión José María Peverelli, presidente del Club de Pescadores. “No sólo es el motor de emociones, sufrimientos y pasiones, gracias a esto también está la posibilidad de realizar actividades y desarrollar proyectos como la Escuela Nº208 Prof. José M. Ruperto Gelós, sigue el dirigente.

El límite para cada comparsa es de 280 integrantes, cuatro carrozas y cuatro trajes de fantasía. Cada final del carnaval, ahora extendido a todo enero y febrero, es el momento de empezar a pensar en la temática que envolverá a la comparsa el año siguiente, que es definida por quien el club elija como director del año próximo. De las cinco existentes, sólo clasifican tres, y cada una representa una idea que exige, por lo menos, ocho meses de trabajo. Aunque el taller de cada club tiene sus tiempos, alrededor de abril comienza la definición del vestuario para seguir con las carrozas y por último, los espaldares. Para esto, muchos viajan a Buenos Aires y se abastecen de telas, pedrería, perlas, artículos de mercería, lentejuelas, canutillos, mostacillas, galonería y demás para que las tejedoras se ocupen de la confección. Los talleres, convertidos en fábricas industriales, construyen carrozas de hasta quince metros de largo, siete metros de ancho, doce metros de altura y que transportan hasta cuarenta personas.

“El trabajo comienza con alrededor de cincuenta personas en los primeros meses y termina, desde octubre a diciembre, con 120 a 130 entre todos los talleres”, asegura Peverelli y agrega: “El costo total de una comparsa, entre la producción más lo que se gasta noche a noche de desfile –este año serán diez noches–, está superando los 2,2 millones de pesos”. Esta cifra muchas veces se solventa a través de créditos que se cubren con las ganancias del carnaval.

“O’Bahia está conformada por un 60% de gente de gualeguaychú y un 40% de gente del resto del país”, calcula Peverelli. Frente a este tema, Margarita López compara con otros tiempos y dice que antes había más rivalidad y se trabajaba gratis y por el orgullo de ser de un club. Hoy en día, la competencia ya no es la misma porque el carnaval es una fuente de trabajo y crecimiento para toda la ciudad. Pero es una fiesta donde además de cuerpos bonitos, se combinan música, arte plástico, vestuario y danza. Y es en Argentina, a pocos kilómetros de Buenos Aires.

Desde el 7 de enero. Este verano, el carnaval comenzará el 7 de enero, y durante ese mes las comparsas seguirán alegrando a quien llegue a la ciudad los siguientes sábados 14, 21 y 28. A lo largo del primer mes del año, el precio de las entradas generales oscilará entre 40 y 100 pesos, aunque en las tribunas de cemento se mantendrá en $ 30 y, según el sector, el resto de las ubicaciones partirán desde $ 20. En febrero, con las generales a 100 pesos todas las noches, las comparsas desfilarán el 4, 11, 18, 20 y 25, y el festejo principal será el 19 con la Mega Fiesta de Carnaval. La última fecha que abrirá el corsódromo será el sábado 3 de marzo, con las entradas generales también a 100 pesos.
Pero para quienes quieren una experiencia completa, el sector vip con cuatro sillas parte desde los $ 80 en las últimas filas y llega hasta los $ 600 en el sector oeste en la primera y segunda filas. Por cada silla extra deberá abonarse $ 100.

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